Sin novedad en el frente



jueves, 18 de febrero de 2010

La vida es como un Carrefour chico. Entras, con la lista de la compra hecha, lo que necesitas, pero coges un carrito con la esperanza de encontrar algo inesperado, algún capricho que te llene de gozo y se quede a vivir en tus caderas una larga temporada. Así que vas pasando por cada hilera de productos, primero por la sección de libros/cine/juegos. No, no necesitas nada de eso, tu presupuesto es comedido (prefieres gastarte los 23 euros que vale La Reina de Palacio de las Corrientes de Aire, o como se llame, en unas cervezas). De todas formas, pasas religiosamente por cada pasillo, ojeando, hojeando, viendo y tocando. Algún CD te llena de alegría (son los recuerdos de otros días, con un amor juvenil, una noche en aquel pub con tus amigos de la facultad, o un polvazo tan bueno como inesperado). Lo coges, incluso lo echas al carro. Pero no pasa mucho hasta que dices que no, que ya no es lo mismo, que en tu situación, no te puedes permitir ese gasto, que lo quieres no es el CD sino aquella inconsciente dicha que quedó atrás. Lo devuelves a su sitio, con pena, admitiendo que ya eres un poco más viejo que cuando entraste al Carrefour.
Luego sigues dando vueltas. Cogemos pan, leche, zumo, huevos, atún... son cosas que te te hacen falta, accesibles, conocidas, experiencias sin sorpresas y a las que te has acostumbrado. Luego te dejas llevar por la promesa de la novedad, un artículo que te hará gozar (véase dulces). Sí, son tan fáciles de coger, de que se "caigan" a tu carrito. Es ese escarceo, un ligue esporádico con el que gozar. Pero lo dejas, porque ya estás casado, o ya tienes una edad que no te ves capaz de seducir, o te da miedo a que te rechacen. En cualquier caso, lo dejas.
Como es un Carrefour chico, cuando has ido a comprar un vino (éso sí te lo puedes permitir, la posibilidad de un lujo, algo sofisticado que te haga salir de tu rutinaria vida), no hay más que de dos o tres marcas. El Ribera del Duero es "sospechosamente" barato... ¿será bueno? ¿Cumplirá con tus espectativas de escape de tu cotidianeidad? Lo cogemos, pero no hace falta llegar a la línea de cajas para saber que será otro fiasco más, una pequeña decepción.
Al final hemos llenado, poco, pero llenado nuestro carrito. Ya en la cola, las últimas tentaciones: chicles sin azúcar (pero... ¿qué es ésto?), patatillas, algún bollito... ¿Cogemos algo? No, ya es nuestro turno. Todos tus artículos se exponen en la cinta de la caja. Ves pasar tu vida en forma de barra de pan, lejía, champú, yogures... Éso es lo que tienes y lo que puedes pagar porque, claro, al final hay que pagar.
¡Y lo que más jode es que no te dan bolsas! ¡Carga con tus miserias como un pobre!

1 comentario:

  1. Jajajajajaja pobre!!!!! pero de qué te preocupas tanto? tú siempre serás un supermodelo y todo el mundo querrá lamerte como ahora!! xDD haz el favor de sacarte del carrito la depre por la edad que eso se paga, engorda y te vuelve feo :P
    Por cierto, soy tu primer comentario!!! jojojojojojojo a ver si vamos sacando más el glamour y el estilo que se note que vamos conquistando el mundo desde aquí!
    Un besitooooo!!

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